Miles de familias han visto su vida mejorar en lo más básico gracias a pequeños proyectos solidarios que persiguen un mundo mejor. Gracias al impulso de la Alianza en Energía y Ambiente con Centroamérica (AEA), un sinfín de familias pobres de la región han podido mejorar sus cosechas, tener agua caliente, una cocina de biogás o luz, calefacción y electricidad en sus casas.
La iniciativa lleva un largo recorrido, con más de 200 proyectos terminados y casi otro centenar en ejecución, una intensa actividad en zonas rurales que ha sido posible por contar con financiación procedente de gobiernos latinoamericanos países de la UE a lo largo de la última década.
Han sido unas 11.500 familias las beneficiadas en diez años de constantes proyectos, en los que se han invertido 19,5 millones de euros: energía solar (fotovoltaica y térmica), eólica, cocinas y estufas de biogás y uso de la bioenergía e instalación de riego por goteo para incrementar el rendimiento agrícola.
Un desarrollo verde
Los ocho países elegidos para el desarrollo de estos proyectos pertenecen al Sistema de la Integración Centroamericana (SICA): Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Honduras, Panamá, Belice y República dominicana, con actuaciones que van desde los 62 proyectos del primero a los 13 del último.
Sus artíficies se muestran satisfechos con los resultados conseguidos a lo largo de toda una década de esfuerzo. No sólo por ser soluciones sostenibles que resultan accesibles económicamente a poblaciones pobres. Tal y como explica el coordinador de AEA, Salvador Rivas, se cumplen los «objetivos de todas estas tecnologías», que es «el desarrollo sostenible», plasmado en un «beneficio económico, social y a la vez ambiental». Además, tienen otro motivo de alegría, pues el éxito logrado ha servido de ejemplo para promover iniciativas similares en otras regiones del mundo.