El Ministerio de Industria, Energía y Turismo no está por la labor de que las compañías que se dedican a producir energía renovable puedan hacer negocio en igualdad de condiciones. Prefieren estar al lado de las eléctricas de toda la vida, que son las que junto a los bancos y otras compañías poderosas se encargan de mover los hilos de España.
Tijeretazo sin contemplaciones
El año pasado se produjo un recorte brutal en renovables. Un recorte que no nos sorprende si tenemos en cuenta los que ya se han hecho en otras materias tan delicadas para los ciudadanos como la sanidad o la educación. Fueron 3.000 millones de euros menos, lo que se traduce en el mayor recorte de la historia de nuestro país en lo que al sector eléctrico se refiere.
Las opiniones de los expertos no gustan
Lo más grave de todo es que José Manuel Soria, el ministro de Industria, Energía y Turismo, no tenía documentación para avalar un hachazo de semejante calibre, motivo por el cual se han presentado recursos ante el Tribunal Supremo. El informe que elaboró la consultora Roland Berger es posterior a la publicación del nuevo decreto en el BOE, algo que sin duda alguna ha hecho saltar todas las alarmas, ya que han decidido mirar para otro lado sin hacer caso de las recomendaciones de los expertos.
Como no les gustaban las opiniones de Roland Berger y de otros que vayan en la misma línea, han decidido rescindir el contrato que les unía a otra consultoría contratada, Boston Consulting Group (BCG), que también era partidaria de apostar por las renovables.
Se han reído de los productores de energía renovable en nuestro país y éstos han presentado numerosas denuncias, pero ya sabemos que en este país la Justicia está del lado de los poderosos, no de los que reclaman precisamente eso, justicia.
El dinero es lo único que les mueve
Se demuestra una vez más que el sector de la energía renovable incomoda a las multinacionales que controlan el Gobierno de España, motivo por el cual nunca podrá emerger de la forma que muchos creíamos y queríamos que lo hiciera. No les interesan los miles de puestos de trabajo que se pueden crear gracias a las fuentes de energía limpias, y tampoco les atrae la idea de fomentar una economía sostenible. Lo único verde que les importa son los billetes de 100 euros.