Aprovechar los restos forestales y agrícolas para obtener una energía renovable que, además, genere puestos de trabajo, es una interesante propuesta para impulsar la economía de la Unidad de Biocarburantes del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat).
La Jefa de la Unidad Biocarburantes de Ciemat, Mercedes Ballesteros, ve dos grandes ventajas en esta inversión verde. Por un lado, nos acercaría a los objetivos europeos de introducción de energías limpias para el 2020, mientras que, por otro lado, sería un negocio.
Lógicamente, el mayor protagonismo de la biomasa en la generación de frío y calor, de consumo eléctrico y de combustibles para el transporte dependerá del marco político. Según Ballesteros, “es prioritario desarrollar un mercado sostenible de suministro de biomasa estable y competitivo en precio, y seguir avanzando en las tecnologías de transformación de la biomasa en energía”, un proceso que sólo avanzará si el sector no acaba siendo olvidado por la gestión pública.
Miles de empleos
Si se promocionara el sector, la experta opina que la biomasa reúne los requisitos para ser una herramienta de recuperación económica clave por su “capacidad para instaurar un nuevo sector productivo localizado en el medio rural con un fuerte carácter industrial, muy intensivo en la generación de empleo”.
En la misma línea, la empresa de biomasa Tribiom Energía también cree que el uso de esta energía a gran escala podría resultar un gran acierto para el cuidado del medio ambiente y para la generación de empleo de forma simultánea. En concreto, las cifras que manejan indican que se generan unos veinte millones de toneladas anuales de residuo aprovechable si sumamos todas las áreas implicadas, como los bosques, la silvicultura, la agricultura y los cultivos energéticos. En número de empleos, Tribiom Energía se aventura a decir que la biomasa forestal en España generaría alrededor de quince mil puestos de trabajo.