Egipto no será un caso aislado


Lo que está sucediendo en Egipto podría ocurrir en cualquier otra parte del mundo. Es fácil culpar al Gobierno, sobre todo si es una dictadura como la de Hosni Mubarak, pero es bastante probable que hubiera ocurrido lo mismo en una democracia, de derechas o de izquierdas, en una república o en una monarquía, en España, México o Malasia. Porque la causa última es una crisis energética. Una crisis energética que muchos países padecerán en los próximos años. Egipto es una advertencia de lo que puede ocurrir en todo el planeta en las próximas décadas.

La revuelta se ha producido porque los egipcios tienen hambre. Ninguna revolución ha surgido de gente bien alimentada. El problema es que esa falta de alimentos ha sido causada por el comportamiento en las ventas de petróleo. Se han sumado una serie de circunstancias que han dejado a la población sin nada que llevarse a la boca. Si esto no hubiera sucedido, Mubarak seguiría tranquilamente apoltronado en el poder. Hace años nadie criticaba al dictador. Siempre fue, a su modo, aliado de Occidente. Un socio entre los países árabes tiene mucho valor. Formó parte de la coalición occidental que expulso a los iraquíes de Kuwait en la Guerra del Golfo de 1991, aunque, más tarde, fue contrario a la Guerra de Irak. ¿La diferencia? El petróleo.

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