Egipto no será un caso aislado


Lo que está sucediendo en Egipto podría ocurrir en cualquier otra parte del mundo. Es fácil culpar al Gobierno, sobre todo si es una dictadura como la de Hosni Mubarak, pero es bastante probable que hubiera ocurrido lo mismo en una democracia, de derechas o de izquierdas, en una república o en una monarquía, en España, México o Malasia. Porque la causa última es una crisis energética. Una crisis energética que muchos países padecerán en los próximos años. Egipto es una advertencia de lo que puede ocurrir en todo el planeta en las próximas décadas.

La revuelta se ha producido porque los egipcios tienen hambre. Ninguna revolución ha surgido de gente bien alimentada. El problema es que esa falta de alimentos ha sido causada por el comportamiento en las ventas de petróleo. Se han sumado una serie de circunstancias que han dejado a la población sin nada que llevarse a la boca. Si esto no hubiera sucedido, Mubarak seguiría tranquilamente apoltronado en el poder. Hace años nadie criticaba al dictador. Siempre fue, a su modo, aliado de Occidente. Un socio entre los países árabes tiene mucho valor. Formó parte de la coalición occidental que expulso a los iraquíes de Kuwait en la Guerra del Golfo de 1991, aunque, más tarde, fue contrario a la Guerra de Irak. ¿La diferencia? El petróleo.

¿Por qué es tan importante el petróleo en Egipto? Con el petróleo vendido, el Estado recauda mucho dinero que invierte en subsidios alimentarios. Es decir, que las ventas de petróleo del país alimentaban a buena parte de la población. El sistema ha funcionado varios años, pero desde hace algún tiempo las circunstancias han cambiado. La situación financiera del Estado egipcio es cada vez peor. Y, además, el coste de los alimentos que importaba aumentó. Y ya no venden tanto petróleo al exterior porque se están acabando sus reservas. Lo que sí hacen es gastar ellos mismos más y más. Más consumo de petróleo pero menos producción. Peligro.

El pasado año 2010 se produjo un punto de inflexión: Egipto pasó de ser exportador de petróleo a convertirse en importador. Eso supone muchas pérdidas para las arcas del Estado. Además, no es el único país que va a pasar por esta situación. En otros países se está terminando el petróleo y la dependencia económica del combustible es insustituible. Lo que ocurre en Egipto se repetirá en otros países, pero no porque sus gobernantes sean peores que los del resto del mundo, sino porque se quedarán sin petróleo pero con una economía totalmente dependiente del combustible fósil. Casi todos los países productores de petróleo, aumentan también su consumo. Así que cada vez hay menos petróleo para exportar. Hasta que se acabe del todo. Sólo los países que generen suficiente energía procedente de renovables y una sociedad justa evitarán las revueltas. En el mundo árabe, tal vez ningún país cumpla con estos requisitos.

Volviendo a Egipto, puede verse obligado a importar petróleo, lo que empeoraría aún más su situación. Las ventas de gas, del que también es exportador, no son suficientes para paliar la situación. En 2010, la deuda del Estado egipcio ha llegado al 80,5% de su PIB, una deuda muy por encima de la de la mayoría de las naciones africanas y árabes. Y Egipto no tiene la suerte de Grecia, Irlanda o Portugal. No tiene a la Unión Europea cubriéndole las espaldas.

Pero si la situación del sector petrolero de Egipto continúa así (y continuará porque el petróleo se agota sin remisión), todas las industrias vinculadas al sector también entrarán en crisis, tendrán que cerrar, mucha gente acabará en el paro y habrá aún más hambre. Por no hablar de que el Estado ingresará menos impuestos provenientes de este sector. Un Estado endeudado que no obtiene ingresos de ninguna forma. De momento, la tasa de paro no llega al 10%… y una revolución está gestándose.

Lo que ha salvado a la dictadura de Hosni Mubarak durante tantos años ha sido una razonable distribución de los ingresos. Dictadura, sí, pero, en un estudio elaborado en 2001, Egipto aparecía con un coeficiente GINI (medida internacional de la desigualdad de una población: un número entre 0 y 1, en donde 0 es la perfecta igualdad donde todos tienen los mismos ingresos y 1 es la perfecta desigualdad donde una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno) en un 34,4%, un nivel parecido al del Reino Unido y mucho más alto que la gran democracia estadounidense. Sin embargo, desde 2004, quizá viendo las orejas al lobo del petróleo, el Gobierno egipcio impulsó reformas económicas para atraer la inversión extranjera, algo que consiguió, pero a costa de aumentar las diferencias entre ricos y pobres. El petróleo igualaba a la población. Papá Estado no necesitaba nada más. Pero se está acabando.

La población quiere comer y el Estado ya no puede ayudarle. En 2010, el ministro del Petróleo informó que el país importa el 40% de sus alimentos y el 60% de su trigo. Producían petróleo, pero no se han preocupado por producir alimentos. Y, en definitiva, ¿qué es lo que necesita la gente para vivir, gasolina o pan?

En los próximos años se puede repetir esta situación en otros países. Países dependientes de sus exportaciones de petróleo. Los países miembro de la OPEP son Arabia Saudí, Irak, Irán, Kuwait, Venezuela (estos cinco son los fundadores), Argelia, Angola, Ecuador, Nigeria, Emiratos Árabes Unidos, Libia y Qatar. Muchos países del Magreb son productores de petróleo. Cuando se acabe, sus ciudadanos pasarán hambre y se producirán revueltas. Pero la culpa no será de sus gobiernos. Será del sistema económico mundial. Un sistema dependiente del petróleo.

¿Qué ocurrirá cuando ya no tengan petróleo que exportar? ¿Y qué ocurrirá cuando el resto del mundo no tenga petróleo para mover sus coches y su industria?

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