Como es bien sabido, el almacenamiento de energía solar que realizan las plantas es posible gracias a la fotosíntesis, y su fin no es otro que transformarla en energía química. Un proceso a través del cual las plantas convierten el CO2 y el agua en azúcares, purificando el aire y, por otro lado, convirtiéndose en eficaces sumideros de carbono.
Si nos remontamos a la noche de los tiempos, hace 3.500 millones de años, hemos de atribuir a la fotosíntesis realizada por microalgas el paso una atmósfera cargada de nitrógeno y CO2 a una atmósfera enriquecida con oxígeno. Y si miramos al futuro, la fotosíntesis, incluyendo la artificial podría ayudarnos a seguir sobre este planeta.
Energía limpia
Puede hacerlo de muy distintos modos. Uno de ellos, sin duda, requiere el fomento y protección de la masa forestal, sobre todo de los bosques tropicales, principales pulmones del planeta. A nivel energético, con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, las nuevas tecnologías abren la puerta a un nuevo tipo de biocombustible obtenido a partir de la fotosíntesis artificial.
Todavía queda un largo camino, pero un nuevo estudio publicado en el Journal of The American Chemical Society (goo.gl/9vrTH5) ha logrado un avance en este sentido. En concreto, se ha empleado la energía solar no para generar azúcares, sino combustible de hidrógeno.
Este estudio representa una novedad interesante, puesto que logra crear una molécula mucho más eficiente a la hora de transferir la energía. Sin embargo, aún no es una alternativa comercializable.
El avance es importante, pero hay que seguir mejorándolo para llegar a una producción a escala. De avanzarse en la generación de hidrógeno de forma limpia como es la energía solar, lograríamos una fuente de energía renovable doblemente ecológica, tanto por la misma obtención de este combustible como por el modo tan eficiente y verde de hacerlo.