España es un país rodeado de mar. Excepto las fronteras con Portugal y Francia, el resto del territorio es costa. Ideal para desarrollar la energía eólica marina. Pero, si ya es difícil impulsar proyectos de este tipo, que necesitan de grandes inversiones, a causa de la crisis económica, la falta de crédito (y de voluntad), etc., no ayuda que los propios grupos ecologistas se posicionen en contra de esta energía limpia y renovable.
El proyecto Zèfir, el primer proyecto experimental en España para desarrollar la eólica marina, que se quiere llevar a cabo en la costa de Tarragona, ha sido criticado por el Congreso Mundial de Conservación que se celebra en Corea del Sur. Según los ecologistas, el parque eólico offshore se ubica en una zona de la pardela balear, un ave en peligro crítico de extinción.
La resolución no tiene carácter vinculante, pero tiene mucho poder simbólico. ¿Lo suficiente como para frenar la financiación del Banco Europeo de Inversiones y para sembrar dudas sobre el proyecto? Veremos. La Generalitat de Cataluña, que impulsa los dos aerogeneradores, critica que éste parezca el principal problema ambiental en España.
El grupo SEO/Birdlife presentó ante el congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) una moción en la que pedía trasladar el proyecto Zèfir. Forman parte de la UICN unos 170 Estados y cientos de ONG. Así, sus congresos son enormes y se debaten cientos de resoluciones, que deben ser aprobadas por la mayoría de los países y de las ONG.
Así, la ONG SEO/Birdlife pide a los Gobiernos catalán y español que no autoricen el proyecto eólico Zèfir en el Delta del Ebro porque es incompatible con la conservación de la pardela balear. La moción, aún sujeta a cambios para suavizar su redacción, señala que el lugar elegido es un área relevante para la conservación de once especies marinas y recomienda a las autoridades españolas buscar un emplazamiento alternativo.
Juan Carlos Atienza, de la SEO, insiste en que se oponen al emplazamiento, pero no a la eólica marina. Según la organización, el Delta del Ebro es el espacio más importante para las aves marinas en todo el Mediterráneo.