Los gigantes tecnológicos como Google son también unos enormes consumidores de energía, lo cual, lógicamente, supone no menores cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero. Salvo que ésta sea verde, un objetivo que el famoso buscador está intentando alcanzar al ciento por ciento.
Su último Informe Ambiental, publicado recientemente, recoge los avances realizados desde 2016, cuando se propuso que todos los centros de datos y oficinas se alimentasen con energía renovable en los próximos dos años. En concreto, afirma que el objetivo se cumplirá en 2018.
Hacia la independencia energética
El objetivo es seguir construyendo «herramientas para mejorar la vida de las personas», al tiempo que van «reduciendo nuestra dependencia de los recursos naturales y los combustibles fósiles, según explica Urs Holzle, ejecutivo de Google.
Google también pretende servir de ejemplo para otras empresas, aunque, yendo a lo concreto, las emisiones que están en juego de forma directa son muchas. Para hacernos una idea, tengamos en cuenta que su consumo de energía equivale al de toda la ciudad de San Francisco, por lo que cualquier reducción al respecto supone una importante contribución a la lucha contra el cambio climático.
Dentro de su estrategia en la reducción de emisiones, por otra parte, está la generación de energía verde propia. Por lo pronto, la mayor parte de energía la compra a proveedores externos. Su meta, en este sentido, no es otra que generarla por sí mismos para así poder satisface sus necesidades.
Para ello, lógicamente, necesita adquirir más granjas eólicas y solares. Es decir, incrementar su inversión en este tipo de plantas, cuya producción podría exceder lo consumido, un excedente que se aprovecharía para la venta. De este modo, se diversifica el negocio, una política que ya está practicando en los más distintos ámbitos, si bien todos ellos tienen un nexo en común.