Pequeñas lámparas solares para el desarrollo de las comunidades pobres

Para los países ricos, la electricidad supone poder tener luz en casa y en las calles, poder ver la televisión o escuchar música, poder disfrutar de nevera, lavadora, lavavajillas, horno, batidoras, poder recargar los dispositivos móviles… Si no hubiera electricidad, la mayoría de comodidades de las que se disfrutan en el mundo occidental, desaparecerían. Poca gente lo soportaría.

En los países pobres, muchas personas no pueden acceder a electricidad. Al menos, de forma continua y segura. Sin embargo, un poco de energía, sobre todo, por la noche, puede suponer la diferencia entre las posibilidades de desarrollo o el hundimiento en la pobreza más extrema. Por eso es tan importante ayudar a que las comunidades pobres puedan obtener electricidad.

La empresa estadounidense d.Light ofrece un acceso fiable a fuentes de energía para iluminar las viviendas. En otras palabras, diseñan, fabrican y distribuyen dispositivos de energía solar para ofrecer luz a las regiones pobres, a las zonas donde no hay acceso a una red general de electricidad.

Es un modo de permitir el desarrollo y la educación de estas personas y de evitar accidentes causados por las lámpara de queroseno o las enfermedades provocadas por las cocinas de carbón. En 2004, surgió el prototipo de linterna solar, un plan para llevar electricidad segura a todo el mundo. Porque la energía solar en los países en desarrollo debería ser una necesidad.

D.light vende sus productos en cuarenta países a través de una red de 6.000 distribuidores. La empresa nació en Estados Unidos, pero ya han distribuido linternas solares a más de 50 millones de personas. Su objetivo es, en 2020, llegar a 100 millones.

Una empresa rentable

Es una empresa con verdadera vocación de responsabilidad social, que busca mejorar el mundo a través de una energía limpia y renovable, y, al mismo tiempo, una empresa rentable, que gana dinero. Actualmente, cuenta con doscientos trabajadores directos y miles indirectos.

Las poblaciones que acceden a este tipo de luz proveniente de la energía del Sol también se benefician, pues el queroseno se lleva hasta el 25% de los presupuestos familiares en muchos lugares. Además, las viviendas son más seguras y saludables.

Todo el planeta se beneficia, en realidad, ya que las que funcionan con la combustión de queroseno llegan a emitir hasta 200 millones de toneladas de emisiones de gas de efecto invernadero cada año. Por tanto, con las lámparas solares se combate el cambio climático.

Y quizá lo más importante: muchos niños puedes estudiar cuando se va la luz natural del Sol, mientras que los mayores pueden trabajar.