Reducir el consumo de calefacción y crear fuentes de energía local, claves para ciudades más sostenibles


Las grandes ciudades de todo el mundo gastan mucha energía y, por tanto, contribuyen en gran medida al cambio climático. No se puede lograr un mundo sostenible y la mitigación del cambio climático si el consumo energético de las ciudades no se reduce. De este modo, disminuirían también las emisiones de gases de efecto invernadero.

Hasta el momento, se está haciendo un esfuerzo por reducir el consumo eléctrico en los edificios mediante la incorporación de una iluminación más eficiente, un mejor aislamiento y sistemas de construcción más eficientes. Pero hay muchos otros aspectos que deben mejorarse.

A este respecto, la Escuela de Ingeniería de Columbia, ha diseñado una herramienta que puede ayudar a diseñadores urbanos, políticos, ingenieros y arquitectos a analizar el consumo local de energía en los edificios de Nueva York, una ciudad en la que más de dos tercios del consumo de energía proviene de los edificios. Conocer dónde se gasta la energía es el primer paso para tratar de reducir su consumo.

La autora principal del estudio, Bianca Howard, señala que la falta de información sobre el uso energético de los edificios es terrible. Con esta herramienta se quiere impulsar un debate sobre cómo el neoyorquino medio actúa en relación con la eficiencia energética y el ahorro de electricidad. Conocer cuánta energía se consume puede hacer cambiar la perspectiva frente a este asunto y tomar conciencia de la importancia de que todos los ciudadanos ahorren energía.

El estudio fue publicado el 7 de noviembre de 2011. Según el trabajo, tanto las casas particulares como los grandes edificios de oficinas y apartamentos, utilizan mucha más energía en forma de calor que en forma de electricidad. Ese calor se obtiene, principalmente, a partir de gasóleo para calefacción o gas natural. Además, la infraestructura de distribución de electricidad proviene, en la mayor parte de los casos, de fuera de la ciudad, lo que hace difícil un mayor uso futuro sin necesidad de una inversión de recursos y fondos. En definitiva, para atajar este problema y ahondar en la eficiencia energética, hay que reducir la factura de calefacción y aumentar la capacidad local de generación de electricidad.

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