Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se han percatado de que sus medios de transporte sólo dependen de un combustible que, además, puede ser cada vez más difícil de obtener. La independencia energética puede ser clave en una guerra. Quedarse sin materia prima para mover aviones, tanques y otros vehículos, evidentemente, puede hacer perder batallas y, en definitiva, la lucha armada estaría condenada al fracaso.
Por ello, la Fuerza Aérea del citado país está esperando el visto bueno para empezar a probar biocombustibles para sus aviones a un precio compatitivo. Se espera que, a finales del año 2012, se comiencen las pruebas. De momento, han conseguido mezclar biocombustibles e hidrocarburos en sus aviones de combate y de carga sin tener, por ello, que sacrificar potencia, velocidad o rendimiento.
Tampoco hay que engañarse sobre este asunto. No es que el Ejército estadounidense esté preocupado, de repente, por el medio ambiente y el cambio climático. Más bien es una cuestión estratégica. Y, a más largo plazo, económica. De hecho, si no usan ya masivamente los biocombustibles es porque aún resultan demasiado caros: no son competitivos comparados con los derivados del petróleo. Sin embargo, pronto lo serán, de acuerdo a declaraciones de altos mandos de las Fuerza Armadas de Estados Unidos.
La Fuerza Aérea de Estados Unidos está probando los biocombustibles en todos sus aviones. Y, de momento, las pruebas son positivas. Así, en poco más de un año, podría reducir su dependencia del petróleo a la mitad. En la actualidad, el precio de los biocombustibles puede ser unas diez veces mayor que el combustible que usa la aviación del Ejército estadounidense, una diferencia demasiado grande. La industria de los biocombustibles, por su parte, demanda más inversión privada para aumentar el rendimiento de sus productos al tiempo que rebajar su coste.
Así, en unos años, no sólo la Aviación, sino también la Fuerzas Terrestres y la Armada podrían usar biocombustibles. Ellos llaman a este objetivo de reducir la dependencia del petróleo «promover la energía de seguridad«. El objetivo de la Fuerza Aérea es que la mitad de sus necesidades de combustible proceda de fuentes alternativas para el año 2016.