Fukushima obliga a Japón a ahorrar energía


Si todo un país es capaz de caminar unido hacia un objetivo, tarde o temprano éste se conseguirá. Si ciudadanos, empresas, gobierno e instituciones luchan juntos por reducir el gasto energético, sin duda se reducirá. Y el medio ambiente será el más beneficiado. Y es que, a veces, tiene que ocurrir una catástrofe como la de Fukushima para unir a todo un país y hacer que caminen hermanados en una sola dirección.

Son varias las medidas que se han tomado en Japón para reducir el gasto energético ante la situación con la que se han encontrado después del accidente nuclear: algunas centrales nucleares se han tenido que cerrar o, al menos, han detenido su funcionamiento temporalmente por la situación de emergencia. Hasta que esa energía se pueda producir a partir de otras fuentes, a poder ser renovables y limpias, la mejor solución es ahorrar en gasto energético. Sin pretenderlo, Japón está dando una lección a todo el mundo. Antes de pensar en sustituir las energías peligrosas (como la nuclear) o las sucias (como los combustibles fósiles) por energías limpias e inagotables, lo primero en lo que se han puesto manos a la obra es en reducir el consumo energético.

Según el periódico New York Times, muchos norteamericanos concienciados con el problema energético, miran hacia Japón y sienten vergüenza de su propio país, del comportamiento derrochador de sus conciudadanos. En la actualidad, los japoneses utilizan la mitad de la electricidad per cápita que los estadounidenses. Y, para más inri, Japón se encuentra mucho más tecnologizado, es decir, que, en muchos casos, no puede prescindir de la electricidad.

Después del desastre nuclear de Fukushima, de las 54 centrales eléctricas japonesas han quedado funcionando sólo 17. Desde entonces, el Gobierno japonés ha llevado a cabo una persistente campaña para reducir el consumo eléctrico. Así, en cinco meses, los japoneses han conseguido disminuir en un 15% las facturas de la luz. No es un milagro. Es tener voluntad como país, afrontando el problema desde todos los niveles de la sociedad. Son medidas simples, pero efectivas. Por ejemplo, el profesor Michio Kuniyuki recorre la Universidad de Rikkyo vigilando las luces y los aires acondicionados para apagarlos si en las salas no hay estudiantes.

Medidas sencillas

En otros casos, se recurre a la tecnología. Algunos ciudadanos se han inscrito a páginas web donde pueden revisar los pronósticos de uso y la disponibilidad eléctrica. Así, cuando se prevé un alto consumo en todo el país (por la hora, por el calor, etc.) estas web envían mensajes de texto automáticamente a los teléfonos móviles de sus usuarios para que desconecten aparatos eléctricos y luces mientras dura el pico de uso de electricidad.

Otras medidas consisten sencillamente en cambiar horas de trabajo o días de libranza. Un cambio de mentalidad, unas condiciones laborales más flexibles.

En definitiva, Japón se ha convertido en un ejemplo de ahorro energético. Y, lo más importante de todo es que lo ha conseguido sin ningún tipo de medida extraordinaria, sino simplemente recurriendo a programas eficientes y a una ciudadanía absolutamente concienciada con el problema. Cualquier país del mundo puede imitar estas sencillas medidas. Es una lástima que tenga que ocurrir un desastre natural (o un desastre económico o de otro tipo) para que se lleven a cabo. Se debería buscar la eficiencia energética y el ahorro en electricidad per se. O por beneficiar al medio ambiente. En agosto, con la subida de temperaturas, va a llegar la prueba de fuego del ahorro energético en Japón. Seguro que la superará con éxito. La historia ha demostrado muchas veces que la voluntad de un pueblo lo puede todo.

Hay que desterrar de una vez la mentalidad de «lo tienen que hacer los otros, es obligación del gobierno y de las empresas». Todos podemos hacer algo al respecto en nuestra vida diaria: apaga las luces, apaga los ordenadores y los routers cuando no los uses, no dejes las televisiones, radios, equipos de música, DVD, etc., en modo stand-by; apágalos por completo.

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