Muchos esperan un cambio en la política energética de Japón después de lo ocurrido en Fukushima. El primer ministro, Naoto Kan, será uno de los asistentes a la reunión del G-8, una reunión que puede ser una oportunidad perfecta para hacer público el nuevo camino energético nipón.
Aunque aún no se van a cerrar las centrales nucleares en Japón (que producen un tercio de la electricidad que necesita el país), sí se espera que se anuncie que no van a construir más en el futuro. Para cubrir la necesidad energética que cubren las centrales nucleares, Japón está preparando el llamado Plan Sunrise (amanecer), con el que se apoyará el desarrollo de la energía solar.
Lo que está claro es que éste es el momento oportuno para apostar por la energía limpia, renovable y segura, ya que todo el país se recupera del desastre nuclear. Además, otra central nuclear, la de Hamaoka, fue cerrada por el riesgo sísmico: se encuentra en la confluencia de tres placas tectónicas.
El nuevo Plan Sunrise se basa en otras iniciativas de desarrollo de energía solar, como, por ejemplo, el objetivo de utilizar la energía solar en doce mil escuelas japonesas, en el marco del acuerdo New School con la empresa Kyocera Corporation que instalará paneles solares en más de 1.200 colegios.
Además, se ha gastado una gran cantidad de dinero en el fomento de la energía solar en el ámbito doméstico, con ayudas como la obligación de comprar el exceso de energía solar que produzcan los hogares o compensar el precio de la tarifa eléctrica estándar. Si todo marcha según lo previsto por el plan, tal vez en 2030 cada hogar y cada edificio japonés cuente con paneles solares en sus terrazas y azoteas.
Por último, el Gobierno japonés va a investigar otras fuentes de energía como la geotérmica, la eólica, la biomasa y la hidroeléctrica. Japón quiere aumentar su independencia energética, librándose de las nucleares.