El Banco Interamericano de Desarrollo apoya los biocombustibles


El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) contempla el desarrollo de los biocombustibles como uno de las principales herramientas en la lucha contra el cambio climático. En su nueva Estrategia de Cambio Climático, el BID considera a América Latina y el Caribe como regiones apropiadas para la producción de bioenergía, debido a la abundancia de sol, agua y tierra disponible.

La producción mundial de biocombustibles aumentó cinco veces entre 2000-2008, llegando a un millón de barriles diarios y cubriendo así casi el 3% de la demanda total de combustible en el transporte vial. Además, se espera que crezca rápidamente en los próximos diez años, ya que la mayoría de los gobiernos buscan una mayor independencia energética mediante fuentes de energía renovables.

La energía procedente de los biocombustibles se usa, principalmente, para el transporte, en forma de combustible líquido, y en las industrias, generando la electricidad que necesitan. Según algunos cálculos, se estima que, en 2025, se podría lograr una reducción equivalente a 105 toneladas de dióxido de carbono si el desarrollo de la producción mundial de etanol continúa, que, principalmente, es de origen brasileño, y que en el mismo período, se podría obtener una reducción de 27 toneladas a partir de la producción de biodiésel.

El BID, además, advierte que el desarrollo de los biocombustibles puede tener impactos sociales y económicos sobre la seguridad alimentaria, el uso del suelo, la biodiversidad y los recursos hídricos. Para identificar los riesgos ambientales y sociales de cada proyecto y con el objetivo de incentivar prácticas sostenibles, el BID creó una tarjeta de puntuación, llamada Scorecard de Sostenibilidad de Biocombustibles, diseñada de acuerdo a los principios y criterios determinados por la Mesa Redonda de Biocombustibles Sostenibles (RSB, por sus siglas en inglés).

El Scorecard toma en cuenta la biodiversidad, las reservas de carbono en las tierras de cultivo, las prácticas de producción de cultivos, la eficiencia en el procesamiento de biocombustibles, así como los problemas sociales de los derechos laborales y de la tierra. En definitiva, evalúa la sostenibilidad de los biocombustibles. Se utiliza para la selección de proyectos a los que el BID y otras instituciones conceden subvenciones.

Tanto la Unión Europea como Estados Unidos han desarrollado políticas para incentivar los combustibles renovables. La UE adoptó la Directiva de Energías Renovables (RED, por sus siglas en inglés) que tiene como objetivo llegar al 10% en el uso de energías renovables en los combustibles de transporte para el año 2020, mientras que, en Estados Unidos, la ley de Independencia Energética y Seguridad de los EE UU, de 2007, fija un objetivo de 36 millones de galones de combustibles renovables en el transporte vial para el año 2022.

Ambas normas, según el BID, están cambiando el tamaño y la estructura de los mercados de biocombustibles y sus sectores conexos, lo que afectará también a consumidores y productores de los países desarrollados y en desarrollo. El BID investiga este impacto sobre los mercados mundiales para auspiciar proyectos de desarrollo de biocombustibles es América Latina y el Caribe.

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