A pesar de recibir críticas (casi todas provenientes de intereses creados), como que no eran coches para familias medias o que no eran viables económicamente o que no había puntos de recarga, cada vez está más claro que los vehículos eléctricos son el futuro de la movilidad. Se pone de manifiesto cada vez que se celebra una feria del automóvil en cualquier parte del mundo: las marcas lanzan nuevos modelos, más eficientes, más baratos, más asequibles para el público en general desde cualquier punto de vista.
En la que es quizá la feria del automóvil más importante del mundo (desde luego, de Europa lo es), en la Feria del Automóvil de Fráncfort, por primera vez en la historia, un automóvil eléctrico, el Nissan Leaf, ha sido votado como coche del año 2011 por la prensa especializada europea.
Pero hay muchas otras señales que indican que el uso del coche eléctrico ya es imparable. Gobiernos, instituciones y empresas apuestan por los coches no contaminantes. En París, por ejemplo, se va a inaugurar este mismo año 2011 Autolib, un servicio de coches eléctricos compartidos. El sistema contará con tres mil de estos vehículos y más de mil estaciones de estacionamiento y recarga.
Aún queda la compra masiva por parte de los consumidores. Pero los mayores problemas que presentaban este tipo de coches se están solucionando a marchas forzadas: el alto coste, el poco alcance de kilometraje por cada carga de batería y el excesivo tiempo de recarga.
En año que viene, en 2012, la empresa Tesla Motors, con sede en California, lanzará un modelo familiar (en la imagen), el Model S, con el que se podrán recorrer 480 kilómetros en una sola carga. Ya no habrá excusa. Esta gran mejora de las baterías se ha conseguido gracias al uso de un metal, el litio, que se puede encontrar, sobre todo, en yacimientos de Bolivia, Argentina y Chile.
Ya no hay falsas excusas: todo el mundo puede comprarse un coche eléctrico.