Los pilotos del avión Solar Impulse quieren convencer al mundo de que las energías renovables tienen futuro


Además de ser una innovación aeronáutica, el avión suizo Solar Impulse es, sobre todo, el reclamo que utilizan sus creadores, Bertrand Piccard y André Borchberg, para llamar la atención sobre su valioso mensaje: el fomento de las energías renovables y la demostración de que no son más caras que los combustibles tradicionales.

El legado que dicen querer dejar con las travesías del Solar Impulse no es tanto batir récords en ésta o aquella otra travesía, sino cambiar las mentalidades de la sociedad sobre el «futuro real» que tienen las energías renovables en la aviación y, por extensión, en otros sectores.

Piccard y Borchberg han reiterado sus ideas en Madrid, tras aterrizar en el aeropuerto de Barajas, procedente de Rabat (Marruecos), ya de vuelta de su exitoso vuelo intercontinental, que consiguió unir Europa y África la primera semana de junio.

Echando la vista atrás, a los duros comienzos, cuando ningún fabricante quiso crear este avión y tuvieron que hacerlo ellos mismos con ayuda de patrocinadores, ahora están orgullosos de lo conseguido. A fuerza de demostrar que la energía del sol puede ser un buen combustible (el avión ha recorrido ya unos 5.000 kilómetros sin una sóla gota de combustible), dicen haber conseguido demostrar que su alternativa no son simples palabras. Su próximo reto es dar la vuelta al mundo con un avión tecnológicamente superior al que ahora pilotan, pero también impulsado por energía solar. Ello les permitirá escribir una nueva página en la historia de la aviación. Eso sí, mientras irán evangelizando a la humanidad sobre el amor que hemos de profesar a las energías limpias.

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