Algo huele a podrido… no en Dinamarca, sino en España. Las grandes empresas eléctricas y no pocos políticos arremeten contra las ayudas a las renovables y las acusan de ser la causa del déficit de tarifa: lo que los consumidores de electricidad deben a las grandes empresas. Pero el problema no son las ayudas. La clave se encuentra en la visión política y social.
Las ayudas de las instituciones públicas son en muchos casos necesarias. La ONU ha dicho en numerosas ocasiones que se deben desarrollar las energías que no contaminen y sean asequibles y fiables. Si, para ello, se necesitan ayudas, bienvenidas sean. Hay que pensar más allá del dinero y del beneficio económico: con las renovables se protege el medio ambiente y se fomenta una mayor seguridad energética. Se reducen las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y se consigue independencia energética. En definitiva, a largo plazo, las renovables significan desarrollo económico del país, aumento de empleo y garantiza el bienestar y la seguridad de los ciudadanos.
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